La moneda se fabrica gracias a la participación de personas de diferentes oficios.

Entre los siglos XI y XIII no hay una diferencia entre el oficio de monedero y cambiador. Los practicantes de este oficio tienen conocimientos de aritmética y metalurgia, su trabajo consiste tanto en cambiar monedas como fabricarlas y acuden al servicio de grandes señores para realizar estas funciones y otras relacionadas, caso de la orfebrería o la tesorería.

Las primeras emisiones leonesas en 1088 son obra de Randulfo de Chartres y otros monederos franceses y lombardos y hasta mediados del siglo XII no encontramos referencias a monederos asentados en el espacio leonés y castellano. Durante este período los monederos consiguen grandes beneficios de su trabajo.

Además de los monederos, deben mencionarse los talladores o entalladores, encargados de fabricar los cuños.

Tras 1263 Alfonso X establece casas de la moneda en algunas ciudades de Castilla y León y en ellas se asientan los monederos, cuyo estatuto genera problemas hasta el siglo XIV: desde los orígenes de la Edad Media, este estatuto establece inmunidades jurisdiccionales (sólo ellos pueden juzgarles y únicamente el rey dirime controversias entre ellos y las ciudades) y fiscales (no pagan tributos), entre otros derechos.

Los monederos adquieren el oficio por parentesco, se organizan en cabildos en cada ciudad y eligen un alcalde. Para ser monedero, además de origen familiar, los aspirantes deben superar un examen y pagar una comida a los demás monederos. En los años iniciales del siglo XIV, el cabildo certificaba la condición de monedero con un documento sellado.

En 1295 y 1369 los reyes castellanos compilaron estos derechos, comunes con los portugueses, aragoneses y franceses. En realidad, esta vinculación con los reyes garantiza a los monarcas que los monederos no pudiesen servir a falsificadores, usurpadores y pretendientes al trono.

Tras 1263 el oficio de monedero y cambiador se diferencia, reservándose los privilegios para los monederos.

Además de los monederos, las casas de moneda suponen la integración en la misma institución de entalladores, ensayadores, guardas, escribanos y tesoreros. El ensayador aparece en 1272 como el encargado de verificar el cumplimiento de las normas sobre el contenido metálico de las monedas; los guardas se documentan por vez primera en 1297 y se encargan de la custodia del material para acuñar; el escribano registra el funcionamiento de la casa de moneda; y el tesorero es desde finales del siglo XIV el máximo responsable de la ceca por designación del rey.

En los años iniciales del siglo XIV vale la pena reparar en dos personajes:

  • Juan Fremoso o Juan Fremosino aparece mencionado en León en 1304 y en Coruña en 1338, siendo poco menos que impopular en ambas poblaciones. En León sus perseguidores (no sabemos qué fechoría cometió) incendiaron el monasterio de San Isidoro y en 1338 su exención fiscal durante su (posiblemente poco) trabajo motivó que el rey le obligara a contribuir.
  • Alfonso Pérez está presente en León en 1304 (dirimiendo las consecuencias de Juan Fremosino), Burgos en 1310 y Lisboa en 1332 (en este caso en la adquisición del oficio de un monedero). Se trata de una persona de referencia entre los monederos peninsulares de su época.

Para saber más:

A. Roma Valdés, Emisiones monetarias leonesas y castellanas de la Edad Media, 2010