En julio de 2018 publiqué en El maravedí  una entrada titulada «cuarentena» en la que ponía en duda la autenticidad de dos piezas de oro subastadas y que suponían una auténtica novedad. Transcurrido el tiempo, las dudas de entonces se han disipado: se trata de falsificaciones modernas. Se reproduce a continuación el texto, respetando su integridad.

La diferencia está en las conclusiones, cautelosas entonces y decididas ahora, sobre el mismo análisis.

De vez en cuando aparecen monedas desconocidas que ayudan a entender las emisiones monetarias de cualquier período. En los últimos tiempos, la venta pública de grandes colecciones antiguas, acompañadas de excelentes reproducciones, nos ha permitido aclara nuestra percepción. También hemos visto otras monedas que, cuando menos, confunden.

Recientemente la importante casa de subastas Heritage Auctions ha puesto a la venta dos morabetinos castellanos de oro que parecen dirigidos a romper los esquemas. Son dos ventas sencillamente rompedoras, sorprendentes… mucho. Vaya por delante que esta entrada no pretende afirmar la falsedad de las monedas subastadas. Bien es cierto que tampoco las incluiría por mi parte en un repertorio de monedas medievales castellanas, ni tampoco dedicaría a ellas una contribución para su publicación en una revista científica. Bien es verdad que no faltan contribuciones de autores que las han interpretado con distintas pretensiones y enfoques que empero no consideran los esquemas organizativos de las emisiones castellanas del s. XIII.

Llama la atención que en un período breve de tiempo una casa de subastas no especializada en moneda castellana enajene de manera consecutiva dos ejemplares excepcionales. En agosto de 2015 se ofreció a la venta un ejemplar al que ya se dedicó una entrada en este blog caracterizado por la sustitución de la expresión ALF en una cada por la de hENRIC, entre otras expresiones que cambian en el texto escrito en árabe. En agosto de 2018 se puso a la venta un morabetino con la referencia a Sevilla y con la fecha correspondiente al año 1264, muy alejada en el tiempo de los últimos emitidos con alusión a Alfonso VIII y en una ciudad que no es Toledo. Rompedores absolutamente.

El morabetino alusivo a Enrique es llamativo, mucho. Los llamados morabetinos alfonsinos en la documentación del período tienen la expresión ALF y se acuñan hasta el año 1256 de la era del Safar, equivalente al año 1218. Sin embargo, este ejemplar corresponde al año 1253 (1215). Es poco comprensible que se sustituyera en ese año la referencia ALF, perfectamente identificadora de una moneda de prestigio por otra distinta y, por otra parte, es inexplicable por qué a continuación se sigan acuñando ejemplares con la vieja referencia ALF. Y no se entiende que existan ejemplares con la misma fecha de 1253 que, sin embargo, mantienen ALF y no hENRIC. Eso sí, el ejemplar es de una aparente buena técnica.y quien haya escrito en el cuño parece saber qué quería decir. Eso sí, añadiendo de forma absolutamente inusual el numeral al nombre del progenitor del rey. ¿Falsificación?, ¿fantasía?, ¿auténtica?… Cuarentena.

Esta es la foto de Heritage Auctions.

El segundo morabetino es igualmente llamativo. Aparentemente, hay dos ejemplares que proceden de cuños diferentes, aspecto que puede permitir suponer la autenticidad. Quedémonos con varios datos: se indica la acuñación en Sevilla, supongamos que en la casa de moneda, el año 1264 y con el valor de un morabetino algo bajo de peso. La imagen de la moneda subastada se acompaña un texto que acude a un documento publicado en 1838 por Vicente Argüello y que autores más recientes como Pío Beltrán o Josep Pellicer han dado interpretaciones que no favorecen suponer el regreso a la fabricación de morabetinos adaptados a las formas antiguas. Pero pensemos qué tenemos entre manos.

Lo primero el valor, el morabetino, aparentemente más bajo de peso. Pues bien, los morabetinos toledanos dejan de fabricarse en  un tiempo en el que a la reducción del volumen de oro en circulación se une el hecho de la sustitución del valor de la unidad de referencia de oro: a los morabetinos de cerca de 3,88 g les sustituyen las doblas almohades de algo más de 4,60 g, fabricadas y usadas en Sevilla. De hecho y para ser más concreto, en 1264 es difícil imaginar la circulación de morabetinos en Sevilla. El propio Alfonso X acuña en esa ciudad en 1270 ó 1272 doblas castellanas. Por añadidura, en 1264 Alfonso X establece la acuñación de una moneda llamada “de la guerra” con valores en plata pura y vellón, caracterizados por poner la leyenda en seis líneas en una cara y dos castillos y dos leones  en la contraria.

Lo segundo, que el rey Alfonso VIII está en 1264 en un proceso de organización de las casas de moneda, que se centralizan en un conjunto de ciudades, de algunas de las cuales tenemos documentación. Una de las figuras fundamentales de las mismas es la del tallador o entallador, encargado de la fabricación de cuños. El único tallador conocido de este período es don Marcos, de León, en 1277, con seguridad cristiano.

Lo tercero, Alfonso X, aspirante al sacro imperio, es un rey que realiza unas emisiones monetarias con una importante carga propagandística, unificando los emblemas de León y Castilla. Y aquí nada hay de esto: se vuelve a la referencia de Alfonso VIII en monedas escritas en árabe.

Resulta que en Sevilla se acuña moneda de oro con cuños escritos en árabe, supuestamente por un entallador especial, con un valor en desuso y sin la carga propagandística propia de Alfonso X. No encaja: las nuevas casas de moneda no están preparadas para realizar esta emisión, el mercado no está adaptado al viejo valor, el rey no da señales de querer volver a aquel valor cuando poco después fabrica moneda de oro conforme al patrón almohade. Cuarentena.

Ninguna colección antigua o moderna de las vendidas recientemente contiene ejemplares semejantes. Además, son los únicos morabetinos castellanos puestos a la venta en la misma casa de subastas y en un tiempo muy corto. A pesar del texto explicativo publicado, susceptible tanto de agradecimiento como de discusión, no se da un aporte fundamental, a saber, si el propietario de las monedas es la misma persona porque, si así fuera, la sospecha sería la única respuesta: resulta que una casa de subastas no especializada ofrece al público morabetinos castellanos, sólo dos piezas (ninguna otra en sus campos de búsqueda) y ambas excepcionales. No pido que se publiquen datos de origen, pero no estaría de más que se dijera si el propietario vendedor es o no el mismo.