La avaricia es un pecado capital frecuentemente reflejado en las iglesias y en los beatos, principalmente en las décadas finales del siglo XII, cuando la moneda escasea. La representación consiste en un demonio llevando al infierno a un hombre que lleva colgada una bolsa con dinero, que excepcionalmente se muestran en la mano o en la boca. Las provincias de Burgos, Álava, Santander, Logroño, Segovia y Palencia son las que más escenas recogen, al igual que Navarra y las zonas aledañas del sur de Francia.