En 1366 las tropas francesas que habían acudido a Castilla en apoyo de Enrique II durante la Guerra Fratricida con Pedro I y comandadas por Beltrans du Guesclin asaltaron varias localidades próximas a Burgos y de ello se ocupa la propia Crónica que relata la vida de este personaje que ni quitaba ni ponía reyes pero apoyaba a sus señores. Una de estas localidades fue Bribiesca y en ella se produce un progromo de enormes dimensiones no suficientemente estudiado sobre la aljama de la localidad y contra sus habitantes.

El mejor testimonio que se conoce es el hallazgo de cuatro ocultaciones monetarias:

a) Un tesorillo formado por 2.172 dineros, una cantidad inusualmente elevada de moneda, repartida de la siguiente manera: 1 dinero de Alfonso VIII (hacia 1195), 58 seisenes (1277), 538 cornados de Sancho IV (1286), 8 meajas coronadas de Sancho IV (1286), 2 dineros de Fernando IV (1297), 5 dineros de Alfonso XI (1330), 216 cornados de Alfonso XI (1334), 216 cornados de Pedro I (hacia 1345), 73 reales y 6 medios reales de Pedro I (hacia 1360), 5 dineros de Jaime I de Aragón, 11 dineros de Jaime II de Aragón, 5 dineros de Pedro IV de Aragón. Además, aparecieron cinco platos de plata sobredorada decorados con la estrella de David y dos cucharillas, elementos no necesariamente definitorios de un propietario judío del siglo XIV. Junto a la marca de platería más antigua documentada en Burgos la expresión “Esto pertenece a la aljama de Villena”. Las condiciones de la ocultación en el interior de una vivienda sugieren la precipitación del momento.

b) Uno segundo contenía 7 seisenes (1277), 63 cornados (1286), 27 dineros de Fernando IV (1297), 15 dineros de Alfonso XI (1330), 84 cornados de Alfonso XI (1334), 10 cornados de Pedro I (hacia 1345) y 4 dineros de Pedro IV de Aragón. Su hallazgo, muy poco distante del anterior, se localiza en la Calle de los Llanos, en el centro de una habitación, posiblemente bajo el suelo visible de la vivienda.

c) El tercero, aparecido en el Camino Viejo del Cementerio de la misma localidad, a menos de 200 metros en línea del primero de los tesorillos, contendría más de cien ejemplares de real de Pedro I (hacia 1360).

d) Muy próximo al anterior, el cuarto conjunto contenía 1 seisén (1277), 3 cornados (1286), 6 dineros de Fernando IV (1297), 11 dineros de Alfonso XI (1330), 10 cornados de Alfonso XI (1334) y 1 cornado de Pedro I (hacia 1345).

Así pues, todos se encuentran en la aljama de Bribiesca, a extramuros de la localidad, al sur entre las actuales calles de los Baños y San Héctor Valdivieso.

Como se explica en “Tesorillos de moneda castellana del siglo XIV vinculados con propietarios judíos” publicado en El mundo judío en la Península Ibérica, sociedad y economía León 2012, ISBN 978-84-95414-94-6, pp. 185-192:

“Todos estos conjuntos ponen en evidencia el alcance de la destrucción de algunas juderías, casos de la de Briviesca en 1366 y la de Rivadavia en 1385, ambas con ocasión de episodios bélicos internos y ambas con intervención de tropa extranjera, que traer como resultado una ocupación muy violenta, en particular en la primera población. A falta de otros datos arqueológicos, las evidencias numismáticas apuntan a varias conclusiones. Al menos cuatro familias pierden a las personas que ocultan unos ahorros que no son capaces de recuperar los supervivientes del acontecimiento, caso de haberlos. En este sentido, cabe la posibilidad de que el hecho de la ocultación o de su ubicación pudo ser conocido, además de por la cabeza de la familia, por otros miembros de la misma. Debe tenerse en cuenta que una cantidad de riquezas imposible de determinar pudo bien ser ocupada por los asaltantes, bien recuperada por las familias, bien adquirida en algún momento posterior por curiosos o saqueadores. Por lo tanto, tanto en el número de familias afectadas como en la afectación de la familia, la ocupación de la judería de Briviesca puede calificarse como de muy virulenta. Como se aprecia, no es el único caso dentro del mismo espacio temporal en que esta situación se produce, siendo posiblemente análogos los casos de Muñó y Carmona, y dentro de un lapso temporal próximo, con otro conjunto modesto aparecido en Rivadavia, correspondiente a 1385.

Pero la información no se agota en este aspecto. El contenido de los conjuntos da cuenta, asimismo, de la falta de uniformidad de las rentas de las familias judías del período y ello a la vista de la disparidad de contenidos de los distintos ocultamientos. El primero de los tesorillos mencionados implica una importante riqueza, seguida de lejos por los restantes, por lo demás de contenido más bien dispar. En efecto, en el conjunto señalado en el encabezamiento de este trabajo se aprecia el ahorro de una riqueza importante que se manifiesta en metal acuñado como en objetos de otra naturaleza, compatibles con una posición social acomodada. En el segundo y en el tercer conjunto la riqueza acumulada es también importante, sin alcanzar la del primero. Como contraste, en el último caso, la riqueza es inferior. Por lo tanto, nos encontramos ante una población de renta dispar entre la que se destaca una variedad dentro en todo caso de lo que hoy definiríamos como renta media alta. Lamentablemente, carecemos de datos que permitan dilucidar las respectivas ocupaciones de quienes resultaron afectados por el asalto a la aljama.”