En el periodo románico la relación entre las diversas artes es muchas veces evidente. Es el caso de la relación entre la arquitectura y la fabricación de moneda. Algunas monedas reflejan edificios, fundamentalmente iglesias, pero la relación va más allá: canteros y monederos siguen pautas comunes en el desarrollo de sus trabajos.

Monedas que muestran iglesias. Al igual que sucede en la antigüedad, algunos edificios y otras construcciones, aparecen como elementos centrales en determinadas acuñaciones. El fenomenológico es antiguo y ya aparece en emisiones carolingias del siglo VIII que se siguen fabricando con mucha derivación con el paso del tiempo. La tendencia la apreciamos tiempo más tarde en Francia, Alemania o en Jerusalén.

Las monedas leonesas reflejo de esta tendencia son especialmente interesantes y la moneda que se reproduce más arriba es un excelente ejemplo, pero no el único. Se trata de una emisión anónima leonesa que muestra una iglesia con una torre exenta que hoy no podemos identificar. Otro ejemplo lo encontramos en otra emisión de Alfonso VII cuyo tipo central es lo que parece ser una torre. En estos casos, es posible que las monedas se fabricasen para financiar la construcción de una iglesia.

Como particularidad, las monedas de este período representan también otras edificaciones. Es el caso del puente romano de Salamanca, empleado como símbolo parlante de la ciudad donde fueron emitidas. O de un castillo como emblema heráldico de los reyes castellanos tras 1174.

Dentro ya del s. XIV, Fernando I de Portugal representó la torre de Hércules (MOMECA 62.4).

Las marcas monetarias. Los canteros del siglo XII establecen en algunas piedras marcas que les identifican, permiten situarlas en atención a su función arquitectónica o permiten cuantificar el trabajo realizado. También los monederos colocan marcas en los cuños que se les entrega para fabricar moneda en un fenómeno destacable en especial entre 1140 y 1180. En la moneda superior puede observarse bajo la iglesia dos letras C contrapuestas y hay otras monedas dentro de la misma serie que tienen una C, una L, una estrella  o un círculo (MOMECA 19.1). Claramente, las primeras representan números romanos, indicativos de la cantidad de moneda que debe fabricarse, posiblemente atendiendo a su peso de metal entregado para su transformación. Y no es la única serie.

Se trata de un interesante fenómeno de transferencia tecnológica entre oficios, propio de este tiempo. Las relaciones entre los oficios de canteros y monederos se explican en estas ideas:

a) Los representantes de ambos oficios se desplazan donde son requeridos para desarrollar sus funciones. Los primeros monederos que acuñan en León y otros puntos al menos en 1103 y los años siguientes proceden de la ciudad de Chartres, de donde también son originarios algunos de los canteros que en el norte peninsular construyen algunas de las primeras iglesias románicas.

b) Algunas emisiones monetarias sirven para financiar la construcción de algunas iglesias, como está documentado en Santiago en 1108 y Palencia en 1125, pero hay otros ejemplos.

Para saber más:

Antonio Roma Valdés, Erea Castro Alfonso, Pablo Rueda Rodríguez-Vila y Raúl Sánchez Rincón, Las monedas leonesas y castellanas del siglo XII, Madrid, 2019